Todo esto viene a cuento de una canción que cae en la primera categoría y que me tiene totalmente obsesionada. Ahí la tenéis: Do I wanna know, de mis amados e idolatrados Arctic Monkeys.
Y ahora entremos en el meollo de la cuestión. Si escuchas esto y te sientes identificado, haz lo siguiente. Pon los pies en alto y sírvete un gin-tonic: te lo has ganado. Porque acabas de darte cuenta de que te has enamorado, y eso, amigo mío, hay que celebrarlo (de ahí el gin-tonic. Lo siento, tiendo a desconfiar de la gente que festeja los acontecimientos importantes de su vida con zumo de frutas). Vas a perder la cabeza, los nervios, la paciencia, vas a mandar a pastar todas aquellas veces que te dijiste "paso de moñadas", y a nada que tengas un poco de suerte vas a ser tan absurdamente feliz que no vas a encontrar modo de creértelo. Estás dispuesto a regalarle a alguien lo mejor que le puedes dar: a ti mismo.
A todos los que hoy han leído esto y ahora mismo están buscando su botella de Larios, sólo puedo deciros una cosa. Os aplaudo.