miércoles, 28 de agosto de 2013

Ad infinitum

Un día -uno de tantos días-, B. (sí, mi amiga B., mi pez favorito) estábamos dedicándonos a hacer el subnormal y de ahí salió una de nuestras frases de amor puro para recordar: "si tú me dices ven, me tropiezo con las bragas". Ya ves, somos así, pero a pesar de todas las barreras que suponen nuestras respectivas deficiencias mentales, nos queremos un montón. Y hoy, también aquí, la cosa va de amor.



Desde que escuché esta canción tengo la impresión de que para que una historia de amor salga adelante, hace falta una azotea. Aunque sea una metafórica, me conformo con eso. Una azotea para asomarte y ver el mundo como no lo habías visto jamás, en modo skyline panorámico, salvaje, expandido hacia el horizonte, arquitectónico y brutal. Para lanzar tus ideas a volar, pero a volar hacia el cielo, nunca de cabeza a la calle (que para eso una ventana también sirve, y yo lo que quiero es que me dé bien el aire). Una azotea para saber que tienes opción de tirarte al vacío si en algún momento lo necesitas. Aunque en realidad vas a usarla sobre todo para poner en el borde de la cornisa todo lo que te estorba y dejarle elegir: o conmigo en tierra firme, o del piso 12 a la acera en caída libre. Que eso de que "si no puedes ayudar, estorba: lo importante es participar" es mentira. En la azotea que tengo en la cabeza solamente cabe lo bueno. 
Especialmente los domingos.

jueves, 22 de agosto de 2013

Diamonds are a girl's best friend




Apenas me quedan diez días de verano, pero pienso aprovecharlos a fuego. Así que he decidido pintarme las uñas de colores absurdos, ponerme sandalias con cristalitos brillantes, beber toda la cerveza fresquita que pueda, escuchar música divertida. Como ¿Ahá, han vuelto?. Aunque ahora mismo estoy atravesando una pequeña crisis con Lori, tenía pensado ir a verles a Gijón este fin de semana pero las cosas se han torcido y prefiero no pensar en ellos para que no duela tanto (sollozo limonero).
De momento ya he encontrado un proyectito para rellenar los últimos días de vacaciones (gracias a B., mi pez favorito. Si lo lees, recuerda que serás célebre por tu prosa pseudoromántica, siempre con mucho ritmo). Sólo diré que incluye mucha musiquita, y por supuesto, de la buena. De la que suena bien y tiene historia detrás, delante y alrededor. Seréis informados.
¡Saludos de helado!

lunes, 12 de agosto de 2013

Drama

Todos, absolutamente todos tenemos una madre. Por suerte o por desgracia solamente es una (imagínate tener a ocho señoras llamándote para preguntarte si te has abrigado bien los riñones porque ha salido viento de norte... Creo que la mente humana no está preparada para resistir tanto). Sí, sólo una, pero muchas veces esa una basta para ponerte de los nervios y darte la sensación de que tu vida es una bomba de relojería a punto de explotar por tus múltiples desastres congénitos (más de uno atribuido a que "no tienes remedio: saliste a tu padre").

Yo soy una de esas hijas que han leído este fantástico libro y lo han blandido delante de su madre al grito de : ¡¿ves, mamá?! ¡¡No estoy loca, hay más niñas que dicen que lo negro del plátano está asqueroso!! Tanto el libro como el blog del que parte son total y absolutamente recomendables. Gracias, Amaya Ascunce.



martes, 6 de agosto de 2013

Maki... Messer

Después de medio verano diciendo "Oh Dios mío, ¡¿podré permitirme ese helado enorme y delicioso recubierto de chocolate?!" he llegado a dos conclusiones.

1. DA IGUAL. ¿Te apetece un helado? Pues te lo comes, amiga, ni tú ni nadie ha nacido con la misión de contar calorías. Es aburrido, deprimente, frustrante, absurdo y además te impide disfrutar tanto de comer como del deporte (¿a quién no le suena la neurosis de "hoy tengo que salir a correr el doble de tiempo porque ayer cometí el imperdonable pecado de cenar algo que no eran proteínas"? Sal a correr, claro que sí, pero porque te gusta tu cuerpo, no porque lo odias).


2. Sí, ahora llega la panda de histéricos con las venas del ojo dilatadas y los músculos faciales crispados que me preguntan con una voz dos octavas más alta de lo habitual: "¿pero y tu salud? ¡¿QUÉ HAY DE TU SALUD?! ¡No querrás morir joven por un tapón de colesterol!". Pues no, no quiero, creo que nadie quiere. A esa gente les digo: HAY ALTERNATIVAS. Ayer descubrí una y se llama sushi. Desde luego, los japoneses lo tenían bien pensado. Está rico, es sano y tampoco te deja los bolsillos en carne viva. Así que al próximo pesado que tenga intención de darme la brasa con mi cifra de LDL o los kilos que marca la báscula pienso clavarle un palillo y rebozarlo en salsa de soja. 

Que nadie te impida disfrutar.



sábado, 3 de agosto de 2013

LvB

No sé qué tiene agosto, pero es pasar el día 1 y me pongo muy pacifista. Todo puede funcionar, todo va a salir bien, sólo hay que hacer un pequeño esfuerzo. Piano piano. Por eso, nada más empezar el mes siempre me acuerdo de Daniel Barenboim y de una de sus ideas geniales, la West-Eastern Divan Orchestra




Hoy podemos conseguir que haya jóvenes músicos árabes, israelitas y palestinos dándolo todo sin importar dónde hayan nacido, en qué creen, qué opinan de uno de los conflictos más desgarradores y con peor pinta de la historia. Y además hacen cosas tan bonitas como esta versión de la 9ª de Ludwig Van:




Podría decir mil cosas sobre esta gente y este tipo de iniciativas, pero me parece que hablan por sí solas: